Una cabeza fría y un corazón cálido: cómo producir miel orgánica y de comercio justo [historia de organización socia]
Hay muchas cosas que podemos aprender de las abejas: formas alternativas de trabajar, servir a la comunidad y compartir. Hablamos con Luis Enrique Castañón Chavarría, director general de Miel Mexicana, socio comercial y de comercio justo de Oikocredit, sobre cómo cooperan las abejas, la industria apícola y sus clientes internacionales.
¿Cómo comenzó Miel Mexicana?
Fue a mí a quien se le ocurrió la idea del proyecto Miel Mexicana. Es por eso, que he continuado siendo el director de la cooperativa, a pesar de que soy un veterinario de profesión. Pero esta posición, nunca fue importante porque siempre trabajamos en equipo. Entonces, tuve que formarme sobre sociología, finanzas, economía y mucho más. Proyectos como éste, requieren agilidad en muchos niveles: mental, psicológico, moral y económico. Es un negocio que requiere tanto una cabeza fría como un corazón cálido.
Comenzamos a producir y exportar miel orgánica hace unos 15 años, aunque nadie imaginó que esto funcionaría. Cuando firmamos nuestro primer acuerdo de exportación, fue la realización de nuestros sueños.
¿Qué significa para ti trabajar personalmente en una cooperativa?
La cooperativa es el lugar donde convertimos nuestros sueños en realidad. Un lugar donde podemos crear un mundo en el que podamos crecer, donde todo sea justo, donde cooperemos y donde podamos mostrar solidaridad con los demás.
Para nosotros, la cooperativa es una forma de vida. Cuando comenzamos, una cooperativa parecía la mejor manera de combatir la pobreza en nuestro país. Apenas había hombres en nuestra área, muchos habían emigrado a los Estados Unidos donde todavía trabajan. Las únicas personas que quedaban eran ancianos, mujeres y niños, que vivían en la pobreza extrema. Desde el principio, la idea era crear empleos para los emigrantes potenciales, para que se quedaran en México.
Un equipo de pequeños productores unió fuerzas y comenzó a producir miel. Logramos reunir a personas de al menos ocho grupos étnicos diferentes bajo un mismo paraguas. La idea de la cooperativa es un tanto extraña en México porque proviene de Europa. Hemos adaptado su modelo y tomado en cuenta las idiosincrasia de nuestros miembros, respetándolos e integrándolos.
Durante muchos años, hemos estado trabajando en un modelo de negocio social que permite a las empresas tener éxito, económica, ecológica y socialmente. Queremos que este proyecto sea emulado por otros, para que nuestra cooperativa se convierta en el iniciador de un movimiento.
¿Podrías decirnos más sobre los miembros de tu cooperativa?
Nuestros productores viven en la naturaleza, a veces geográficamente bastante alejados unos de otros, pero nunca solos en espíritu. Todos los miembros de la familia trabajan en la cooperativa. En este mundo, todos buscan ser parte de algo. Las personas viven como una familia y comunidad integradas.
Los apicultores que necesitan hacer todo por sí mismos no pueden desarrollarse muy bien, porque es difícil coordinar todas las tareas necesarias. Solo entonces la cooperativa puede exigir buenos precios. Nosotros, en la administración, hacemos el resto. Hemos trabajado con muchas personas que de otra manera no hubieran tenido la oportunidad, porque no fueron a la escuela o no terminaron la escuela, porque vivían lejos de la ciudad o porque no tenían a nadie que les enseñara.
¿Qué desafíos enfrentas en tu trabajo?
Desde el comienzo de nuestra cooperativa, una de mis tareas principales ha sido actuar como un traductor entre dos mundos. Por un lado, tenemos clientes cuyo pensamiento es estrictamente empresarial. Por otro lado, tenemos miembros indígenas que hablan diferentes idiomas pero ni una palabra de español. Unir estos mundos no es fácil. Los productores deben comprender que la miel que se vende en Europa debe ser de cierta calidad y debe envasarse de cierta manera.
Producir miel orgánica en armonía con la naturaleza no es tarea fácil. Tenemos que encontrar tierras adecuadas en áreas a muchos kilómetros de ciudades y pueblos, para que podamos producir ecológicamente. Eso significa que nuestros productores tienen que transportar colmenas que pueden pesar 30, 40 o 50 kilos en largas distancias y ubicarlas en lugares adecuados. Muchos de nuestros apicultores no tienen agua corriente en sus hogares, no tienen escuelas en el vecindario y algunas veces ni siquiera tienen un hospital. Una vez que se dé cuenta de esto, obtendrá una mejor idea de cuán valiosos y preciosos son realmente nuestros productos.
¿Qué significa la asociación con Oikocredit para ti?
Cuando Oikocredit se nos acercó por primera vez, pensamos que la obtención de préstamos nos permitiría crecer y fortalecer nuestra organización. Nunca nos preocupó que Oikocredit como prestamista se llevara parte de nuestro dinero. Es por eso que consideramos la propuesta y decidimos aceptar el apoyo de Oikocredit y colaborar con ellos. Teníamos la sensación de que esto mejoraría nuestra empresa de manera sostenible. Después de todo, lo más importante es mejorar la posición de nuestra cooperativa para el futuro, en términos de finanzas, organización, impuestos y leyes.
¿Qué podemos aprender de las abejas?
La miel es una maravillosa fuente de alimento. No es un edulcorante, sino un producto completo que proporciona proteínas, minerales, vitaminas y mucho más. Además, las abejas son extremadamente generosas en la forma en que producen miel. Operan de manera muy similar a nuestra cooperativa. Las abejas nos enseñan que una forma alternativa de economía funciona, lo cual beneficia exclusivamente a la comunidad. Como tal, la miel en sí ya es un producto alternativo, su materia prima es el resultado de un proceso de producción alternativo. ¿No es asombroso?
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